Mirás hacia atrás y no ves a nadie, te ves sola, sin nadie que te proteja, pero lo ves a él, en esa esquina, como si nada fuera con él, y solo con mirarle sientes que nadie te puede hacer daño, eres inmortal. Mientras que él piensa en ella, esa que desearías con todas tus fueras que fueras tú, por el simple echo de estar con él.
Hay veces en la vida en las que no hay que detenerse a pensar. Hacerlo todo de forma atropellada, alocada. Hacer las cosas como si fuese una locura. Y después, pagar las consecuencias... o disfrutar el momento. A veces, no es bueno quedarse parado, pensando, viendo como los demás hacen realidad su sueño. Quizá el tren pase más veces, o quizá solo pase una vez, una única vez. Quizá sea un tren de ida sin regreso, o un tren de ésos que solo se chocan contigo una vez en la vida. Es ahora, o nunca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario